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Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista
Dice mi amigo Orlando Carrascal:” CUANDO EL PRESIDENTE TRUMAN SALIÓ AL BALCÓN FUE RECIBIDO CON ATRONADORES APLAUSOS. ACABABA DE TIRAR LA BOMBA ATÓMICA SOBRE HIROSHIMA Y NAGASAKI. ESE ES EL PUEBLO DE LOS ESTADOS UNIDOS”.
Mis nietos comentan, abuelo las provocaciones de EEUU hacia Rusia y China se hacen cada vez más peligrosas. El cierre del paso ruso hacia su región de Kaliningrado con Lituania sirviendo de tapón, los ataques de Ucrania a la central nuclear de Zaporiyia, en este momento perteneciente a Rusia -ataque denunciado vehemente por Moscú, debido al peligro de enorme accidente nuclear-, la muerte de la hija del asesor del Kremlin, Alexander Duguin (una clara y osada provocación en el propio suelo ruso), los nunca aclarados atentados de EEUU contra los gasoductos Nord Stream I y II, la reciente incursión de tropas ucranianas en la región rusa de Kursk presentada mediáticamente como un «triunfo» ucraniano -que, definitivamente, no lo fue-, o la posibilidad de que Kiev utilice misiles de largo alcance de alta precisión suministrados por Occidente -imposibles de usar sin el apoyo satelital de las potencias occidentales- van poniendo cada vez más las cosas al rojo vivo.
Washington -y como consecuencia de ello la OTAN- que es quien realmente agita todo esto, continúa con su propósito de desgastar a Rusia; pero al mismo tiempo, si las cosas escalan de un modo incontrolable, pueden terminar provocando una posible reacción de Moscú, quien ya ha dicho reiteradamente que, si se cruzan ciertas líneas rojas, podría responder con armamento atómico. «Nos reservamos el derecho a utilizar armas nucleares en caso de agresión contra Rusia y Bielorrusia. Las armas nucleares pueden utilizarse si un enemigo supone una amenaza crítica para la soberanía de cualquiera de los dos Estados, aun mediante el uso de armas convencionales», expresó el presidente Putin anunciado la nueva doctrina rusa en el tema nuclear, surgida a raíz de todas las provocaciones del capitalismo occidental. El problema es que se está jugando con fuego, y aquí ese fuego es atómico, absolutamente devastador, que podría terminar quemando a todo el mundo. Un Premio Nobel de la Paz otorgado recientemente a sobrevivientes del holocausto nuclear de 1945 en Japón debe hacernos recordar con qué se está jugando.
Es imposible predecir si esa escalada puede suceder. Queremos creer que la racionalidad y la sensatez se impondrían, y que nadie quiere comenzar un conflicto que puede terminar en ese incontrolable Armagedón atómico. De hecho, las potencias utilizan la expresión MAD: (Destrucción Mutua Asegura), relación también conocida como «1+1=0», para referirse al eventual escenario de una guerra nuclear: ninguno de los dos adversarios sobreviviría. Mad, curiosamente, significa «loco» en idioma inglés. De hecho, en las guerras se sabe cómo se comienzan, pero no cómo se terminan. Confiamos en que nadie va a ser tan «loco» de oprimir el primer botón. Pero la intuición freudiana de una pulsión de muerte que, inexorablemente nos llevaría a la autodestrucción como especie, no parece descabellada.
En estos momentos se está jugando con fuego. No debe olvidarse que cuando se juega con fuego… nos podemos quemar. El detalle a tener en cuenta es que ahora esa quemazón implica la posible desaparición de la humanidad. ¿Por qué decir esto? Porque una vez desatado un ataque nuclear, la vuelta atrás es imposible.
El mundo quiere paz, ¡no una guerra nuclear!
Los científicos atómicos señalaron este 2024 que «Hoy hemos vuelto a poner el Reloj del Juicio Final a 90 segundos de la medianoche porque la humanidad sigue enfrentándose a un nivel de peligro sin precedentes. Nuestra decisión no debe tomarse como una señal de que la situación de la seguridad internacional ha remitido. Por el contrario, los líderes y los ciudadanos de todo el mundo deben tomar esta declaración como una dura advertencia y responder con urgencia, como si hoy fuera el momento más peligroso de la historia moderna. Porque bien podría serlo». «El Reloj del Apocalipsis, o Reloj del Juicio Final, es un Reloj simbólico que indica lo cerca que está la humanidad de la aniquilación total».