En los últimos días, la captura en Italia de un presunto gran capo de la mafia, identificado como Gigliotti, ha generado gran revuelo en los medios de comunicación italianos. La ‘Ndrangheta, temida organización criminal, ha vuelto a estar en el centro de la atención internacional. Sin embargo, más allá de las fronteras italianas, la noticia ha encendido las alarmas en Barranquilla, Colombia, donde las autoridades y la ciudadanía se preguntan si la ciudad está convirtiéndose, poco a poco, en la nueva capital de la mafia.
Las preocupaciones se intensifican al recordar episodios oscuros en la historia de Barranquilla. En los años 80, durante la bonanza marimbera, la ciudad se vio invadida por traficantes guajiros como Samuel Alarcon, Kiko Valdeblanquez, y Víctor Anicharico, generando una violencia descontrolada. La década de los 90 trajo consigo la sombra del temible Alberto Orlández Gamboa, alias ‘Caracol’, y el Clan Nasser Arana, quienes controlaron las rentas criminales.
En la transición al nuevo milenio, la ciudad enfrentó la influencia de gatilleros reconocidos como Gaby Daza y Jattin Pinto, quienes organizaron bandas, oficinas de cobro, sicariato y tráfico de drogas. Más recientemente, el Clan Vega Daza, vinculado a una masacre en su propio hogar, junto a Digno Palomino, han emergido como actores clave en una guerra territorial. Esta disputa, que involucra al detenido venezolano alias ‘Castor’ y su temible estructura delincuencial, ha dejado a Barranquilla sumida en una espiral de violencia, según reconoció el alcalde Jaime Pumarejo.
Solo el pasado fin de semana, la ciudad experimentó cinco muertes en atentados sicariales, subrayando la gravedad de la situación. Barranquilla se enfrenta a la realidad desalentadora de ser catalogada como la capital de la extorsión y el sicariato. La presencia de la ‘Ndrangheta, con la reciente captura de Gigliotti, completa el cuadro de violencia, planteando un desafío sin precedentes para el alcalde entrante, Alex Char.
Es imperativo que el nuevo líder municipal tome medidas inmediatas y coordinadas para abordar el problema de seguridad. La ciudad, con ambiciones de desarrollo y deseosa de mostrar una cara diferente al mundo, no puede permitirse quedar atrapada en las garras de la delincuencia organizada. El llamado a encender todas las alarmas y enfrentar el tema de seguridad de manera seria es ahora más urgente que nunca. Barranquilla se encuentra en una encrucijada crítica, y la gestión de Alex Char será clave para devolver la tranquilidad a sus calles y restaurar la imagen de la ciudad en el escenario nacional e internacional.
