Con la culminación de las novenas decembrinas, las familias cerraron un ciclo de nueve días dedicados a la reflexión, la fe y el amor mutuo, en una tradición que enriquece el espíritu de la Navidad. En los hogares, los espacios se llenaron de momentos significativos en los que el nacimiento de Jesucristo en el pesebre de Belén se convirtió en el centro de las conmemoraciones.
La unión familiar fue clave durante estos días. Cada casa se convirtió en un punto de encuentro donde se compartieron rezos, villancicos y sobre todo, tiempo de calidad entre seres queridos. Por su parte, las iglesias católicas también se vieron repletas de feligreses que, con devoción y entusiasmo, participaron activamente en las celebraciones litúrgicas que recordaban el mensaje de esperanza y amor de esta fecha especial.
Horas más tarde, tras culminar las novenas, llegó uno de los momentos más esperados por los niños: la apertura de regalos. La emoción y alegría infantil inundaron los hogares mientras los pequeños descubrían con asombro y felicidad los juguetes que recibieron. La magia de la Navidad quedó plasmada en las sonrisas iluminadas de los más jóvenes, llenando de vida y calor cada rincón.
Sin lugar a dudas, estas Pascuas han sido un tiempo para compartir, celebrar y reafirmar la importancia de los valores como el amor y la solidaridad, recordando que la esencia de la Navidad radica en la unión y la alegría compartida.
