Si bien es cierto que en los últimos años ha habido un creciente irrespeto entre la ciudadanía y algunas entidades municipales, por la forma abrupta en la que se atropellaba a la gente o por la falta de posición impartida por otras, la realidad es que la ciudadanía se ha acostumbrado a hacer lo que quiere, y que en muchas situaciones termina exigiendo demasiado a las instituciones o autoridades, cuando la problemática radica en nosotros mismos.
Uno de los principales problemas que sobresalen en la ciudad es el tema de la movilidad, pues en cada calle, carrera y esquina se puede ver fácilmente una imprudencia vial: el exceso de personas en motocicletas, el mal estacionamiento de los vehículos, el uso indebido en los sentidos de las calles y los giros prohibidos.
Un claro ejemplo de esto se puede observar en la semaforización de la Avenida Kennedy con Carrera 23, donde es muy fácil ver a una cantidad de infractores por minuto. Vehículos que a última hora deciden tomar otro rumbo generan gran caos vehicular, así como también posibles accidentes al no tener la señalización que indique que se hará un cruce y prevenga a los conductores que van detrás de él.
Además, el giro en U, también prohibido en este punto, hace que sea mayor el riesgo de quienes usan este cruce. Finalmente, están los que no respetan la cebra y terminan esperando el cambio de semáforo en ella, reduciendo el paso peatonal. Estos infractores se molestan cuando algún ciudadano de a pie les llama la atención y reclama por el espacio peatonal.
Si bien se exige a las instituciones, es importante que la ciudadanía también ponga su granito de arena que contribuya a mejorar las problemáticas generales que plantea la ciudad en materia de movilidad. Solo a través del trabajo conjunto y la corresponsabilidad se podrán encontrar soluciones efectivas.
