Varanasi, una antigua ciudad de templos y dioses, es la capital espiritual de la India. También es el bastión político del primer ministro Narendra Modi y donde las tensiones entre las dos religiones están aumentando.
Cuando Modi eligió esta ciudad santa como su circunscripción hace una década, era el escenario perfecto para fusionar las ambiciones políticas y religiosas de su partido. Tras haber llegado al poder con una promesa de desarrollo y anticorrupción, su Partido Bharatiya Janata (BJP) ahora es acusado de convertir a la India –una nación constitucionalmente ligada al secularismo– en un Rashtra o patria hindú.
Compitiendo por un inusual tercer mandato en el poder, está defendiendo su escaño en esta ciudad diversa y congestionada por el tráfico de alrededor de 1,7 millones de habitantes. Sin embargo, diez años después de su ascensión, muchos de los musulmanes de Varanasi se sienten abandonados, incluso traicionados.
El líder musulmán local Syed Mohammad Yaseen, de 78 años, siente que el gobierno no está protegiendo a su comunidad, que, según él, se siente cada vez más vulnerable y temerosa de los crímenes de odio en la India actual.
«Lo peor sucederá (si Modi es reelegido)», afirmó. “Estamos tolerando estas cosas, tal vez algún día pueda haber un cambio. Pero no tenemos esperanza”.
El BJP de Modi tiene sus raíces en Rashtriya Swayamsevak Sangh, una organización paramilitar de derecha que defiende la supremacía hindú dentro de la India, aunque el partido ha dicho repetidamente que no discrimina a las minorías.
En la década de Modi en el poder, la polarización religiosa ha aumentado.
Los nacionalistas hindúes han sido nombrados para altos cargos en instituciones gubernamentales clave, dándoles el poder de realizar cambios radicales en la legislación que, según los grupos de derechos humanos, apunta injustamente a los musulmanes. Se han reescrito libros de texto para restar importancia a la historia de los antiguos gobernantes islámicos de la India, se han renombrado ciudades y calles con nombres de la era mogol y se han demolido propiedades musulmanas.
En 2019, la administración de Modi aprobó una controvertida ley de ciudadanía que excluye a los inmigrantes musulmanes, lo que dio lugar a disturbios mortales.
Múltiples organizaciones de derechos humanos, incluidas Human Rights Watch, Amnistía Internacional y la Federación Internacional de Derechos Humanos, han advertido sobre la continua discriminación contra las minorías religiosas, particularmente los musulmanes, durante la última década, y han pedido repetidamente a las autoridades que pongan fin a ella.
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