Eden Hazard, un showman que veía el fútbol como un juego, no como un trabajo

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Eden Hazard siempre decía en privado que el día que dejara de disfrutar del fútbol lo dejaría. Ese día ha llegado.

El martes, Hazard, de 32 años, decidió poner fin a su carrera profesional de 16 años porque el juego ya no le resultaba divertido. Hacía tiempo que no lo era… probablemente desde que llegó al Real Madrid procedente del Chelsea por 100 millones de euros en 2019.

Divertirse siempre ha sido la principal razón por la que el extremo jugó este partido. Desde pequeño jugaba en el jardín de la casa familiar lo único que quería hacer era divertirse. Por eso no fue una sorpresa que en su mensaje de retiro en las redes sociales mencionara que “cumplió su sueño de jugar y divertirse en campos de todo el mundo”.

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A pesar de sus recientes problemas de lesiones en el Madrid, Hazard deja un legado como uno de los mejores delanteros que jamás haya jugado en la Premier League. Es a la vez una leyenda del Chelsea y una leyenda de Bélgica. Las estadísticas hablan por sí solas: 110 goles en 352 partidos para su club, además de dos trofeos de la Premier League, dos Europa League, una FA Cup y los galardones personales de Jugador del Año de la PFA y la FWA en 2014-15. Para su país, podemos sumar 33 goles en 126 partidos mientras una “Generación Dorada” de jugadores estrella alcanzó su punto máximo con un tercer puesto en la Copa del Mundo de 2018.

Hazard era un artista; Uno de los mejores regateadores de su generación. En su mejor momento, a veces era injugable. Con un centro de gravedad bajo, habilidad con el balón, ritmo, inteligencia y un ardiente deseo de ganar, los oponentes a menudo no podían acercarse a él, y mucho menos arrebatarle el balón, como se muestra en el gol que marcó cuando corría desde la línea media contra el Arsenal en 2017.

Un prodigio del fútbol desde muy joven, los cazatalentos del Lille lo descubrieron en 2005 e hizo su debut profesional con el club dos años más tarde, cuando tenía 16 años. En la Ligue 1, sigue siendo uno de los dos únicos jugadores que han sido coronados Jugador Joven de el Año y Jugador del Año varias veces; el otro es la estrella del Paris Saint-Germain, Kylian Mbappé.

En 2011, su talento impulsó al Lille a ganar el doblete de liga y copa. Pero fue demasiado bueno para la Ligue 1. Marcó 20 goles en 38 partidos de liga en su última temporada antes de marcharse al Chelsea por unos 40 millones de euros en 2013. La jugada tenía sentido ya que se unió a un equipo en el que tendría un papel clave y donde él sería el hombre principal. Y él fue el hombre principal: ganó numerosos trofeos y aterrorizó a las defensas de la Premier League en todo el país.

Pero a Hazard sólo le importaban los partidos y ganar. El entrenamiento no era para él.; No le gustó y no puso mucho esfuerzo. Era un gran jugador que prosperaba en las grandes ocasiones, sobre todo a nivel nacional. Era su razón de ser.

Por desgracia, no hubo grandes ocasiones cuando se mudó al Real Madrid en 2019. Madrid era su sueño y la leyenda del club Zinedine Zidane (que era entonces entrenador) su ídolo de la infancia. Pero sus cuatro años en España fueron una absoluta pesadilla. Hubo lesiones, malentendidos, decepciones, malas decisiones y fracasos, además de la sensación de que tiró la toalla con demasiada facilidad. Una estadística que confirma más que cualquier otra sus problemas de lesiones es que nunca jugó un solo minuto en el clasico contra sus rivales Barcelona. Un gran jugador (hasta este año uno de los 10 más caros de todos los tiempos) nunca participó en el juego más importante de todos.

Hazard se presentó para su primer entrenamiento de pretemporada con sobrepeso. Lo hacía cada verano en sus anteriores equipos, porque para él las vacaciones eran sagradas, pero el club nunca le perdonó y nunca se recuperó del todo. En el Madrid dejó de sentirse futbolista. Pese a ganar más trofeos (LaLiga, dos veces; Copa del Rey; Supercopa de España; Supercopa de Europa; Mundial de Clubes; y Liga de Campeones), nunca se sintieron suyos. Ese fue el principio del fin.

Algunos podrán decir que sus cuatro años en el Bernabéu arruinaron lo conseguido en Stamford Bridge; Algunos pueden decir que su falta de buenas actuaciones en la Liga de Campeones demostró sus límites. Pero las comparaciones con Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son injustas: eran máquinas, mientras que él era más un romántico que veía el fútbol como un juego, no como un trabajo.

Quizás eso fue parte del problema de su carrera, porque claramente nunca tuvo el empuje y la ambición que tuvieron Messi y Ronaldo. Sin embargo, Hazard fue el jugador con “estilo” definitivo; un showman y animador. Los aficionados comprarían una entrada para el partido sólo para verlo. En ocasiones hizo posible lo imposible. Como dijo una vez el ex subdirector belga Thierry Henry: “Lo observaba y pensaba: ‘¿Por qué diablos está intentando esto?’ Y luego lo lograría y yo diría: ‘¡Ah, sí, está bien!'”.

El fútbol necesita ese tipo de jugadores. Si bien Hazard no ha podido mostrar sus verdaderas habilidades durante algún tiempo, merece su lugar entre los grandes por difundir la diversión y el disfrute del juego a lo largo de su carrera.


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