“Evidentemente poco no habremos hecho acertadamente para que la muchedumbre no nos acompañe” dijo el presidente de Argentina al conocer los resultados electorales del domingo. Hubo un voto de castigo. Le fue como a los perros en culto en las primarias.
La pregunta es válida para Colombia. ¿Habrá hecho Duque las cosas acertadamente para que los electores lo acompañen en el 2022? ¿habrá un voto castigo? Definitivamente sí. Muchos le darán hasta con el balde, es aseverar, hasta con el voto. Uribe, que sabe mucho de política, olió, como se dice en la Costa, el tocino, y dijo “yo soy consciente del daño que me han hecho, (eso) le hace daño a cualquier candidato que yo apoye, entonces, yo no voy a apoyar candidatos, yo voy a apoyar la democracia” y ello es una salida inteligente a la coyuntura electoral.
Así las cosas, la incertidumbre presidencial es ilustre. ¿Quién será el nuevo presidente? ¿El voto castigo a quién favorecerá? ¿Beneficiará mayoritariamente al centro político y ahí todavía pescará Petro?, o sea, ¿a los que no están cerca del gobierno? Es importante y urgente construir una novelística que conecte, desde la emoción, al votante con el candidato; esa que Petro tiene elaborada y que, el Centro político todavía la tiene como tarea irresoluto.
Y es ahí donde se puede entrar en las aguas pantanosas del pasado, del populismo y en la novelística de siempre: de la violencia, el odio y el miedo y no en esa memorándum que es preciso construir, esa nueva novelística de jóvenes y nuevas economías. El país necesita dejar a espaldas esas batallas del pasado y concentrarse en las que vienen. ¿Estamos preparándonos para competir en la revolución tecnológica? ¿La muchedumbre qué está estudiando? ¿Hay ecosistemas de emprendedores? ¿Colombia se está montando en la ola digital? ¿Se está mejorando la productividad, la competitividad y disminuyendo la informalidad, la desigualdad y proveyendo de infraestructura productiva al país? ¿O seguiremos repitiendo la vieja novelística de la querella que es, todavía, nuestra condena?
El 2022 es para dar el brinco. Salir del charco de la polarización.
Para ello, debe sufragar por los candidatos del futuro y no por aquellos que no se han podido despojar de su discurso arcaico de desquite y odio.
El país para crecer necesita un presidente moderado pero con carácter, que propicie un entorno político para atraer la inversión y esté dispuesto a competir en el mercado mundial con un maniquí capitalista, pero inclusivo; que dé más certidumbres que incertidumbres, seguridad, reglas claras y estables: Colombia no requiere un presidente que traiga un formulario ideológico fracasado, inestabilidad y desconcierto. La postura es tal qué, con un candidato, lo más probable es que se frene la inversión, haya fuga de capitales, la pertenencias no crezca y los colombianos terminemos más pobres y, de ñapa, polarizados, con un Estado omnipresente, oficinesco, disfuncional o qué, con el candidato del Centro, se asome la esperanza.