viernes, marzo 29, 2024
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¿Ajá, y el hidrógeno qué?

El fin de semana pasado, en una reunión ascendiente, surgió un debate con mi hermana, que bajo previa aprobación llamaré “la progresista”, acerca del hidrógeno y su ruta cerca de una masificación en el interior de la logística de reducción de emisiones de carbono.

Al escucharla, una de las cosas que más me llamó la atención fue su enfoque sobre transición energética, que coincide con algunas posturas de ciertos sectores “progresistas“, y que en su mayoría son sesgadas y mal informadas. De las tantas preguntas que mi hermana tenía, surgió una en particular que creo cubrirá el material de esta columna. Me dijo: “Ajá y el hidrógeno qué?, excepto de las tecnologías para energía eólica y solar que están claras y en funcionamiento, conceptos de energías complementarias como el hidrógeno siguen siendo un condado etéreo, nadie entiende esa vaina y mucho menos su aplicación, ¿dónde queda la incorporación de energías limpias?“.

Puede que tenga razón, tal vez desde la industria no hemos hecho los esfuerzos suficientes para explicar de modo clara el ámbito de estos proyectos, así que trataré de quitarle lo etéreo al asunto y volverlo más mundano.

En el interior de las estrategias globales para estrechar la huella de carbón, se han venido incorporando políticas que permiten estrechar el impacto que produce la industria de hidrocarburos, desde la incendio de teas en los campos petroleros, pasando por implementar programas de heredad circular al reutilizar el agua y residuos, aumentando eficiencias en producción y transporte, diversificando portafolio para la consolidación de proyectos eólicos y solares, hasta ganar a la incorporación de tecnologías como hidrógeno zarco y verde que conforme a los lineamientos ambientales ayuden a mitigar los artículos del cambio climático.

Ahora, todo eso suena muy atún, pero ¿qué es el hidrógeno zarco y verde? Primero, partamos del hecho que acá no se está reinventando la rueda, ya que el hidrógeno es el ambiente que más abunda en el universo, y lo único que se está haciendo es usar ese ambiente para producir energía. En el caso del hidrógeno zarco, que es la tecnología más implementada en la hogaño, consiste en un proceso químico en que el gas natural (CH4), a través de un tratamiento de calentamiento de aproximadamente 800oC, libera dióxido de carbono (CO2) e hidrógeno (H2), donde estos gases se separan. El CO? a menudo se inyecta en la superficie, método más conocido como captura de carbono, y el hidrógeno resultante se utiliza como combustible para difundir electricidad y acumular energía, avivar automóviles, camiones, trenes, refinerías, fábricas, casas, edificios, centros comerciales, etc.

Con respecto al hidrógeno verde, y lo que hace de este método poco muy atractivo, ya que en la hogaño está en período de prueba, es la desemejanza de sus potenciales usos. Su proceso consiste en dividir el agua (H2O) en hidrógeno (H2) y oxígeno (O2), a través de un electrolizador, utilizando electricidad renovable, donde potencialmente se podría expandir el uso de la energía solar y eólica. A su vez, el hidrógeno verde igualmente se puede utilizar con baterías de combustible para avivar cualquier industria que utilice electricidad, como vehículos, manufactura de dispositivos electrónicos, ropa, zapatos (incluyendo Ferragamos), maquillaje, plásticos, productos de aseo, etc.  Y a diferencia de las baterías convencionales, las de combustible de hidrógeno verde no necesitan recargarse y no se agotan, siempre que tengan combustible de hidrógeno.

Pero surge la gran pregunta, ¿cómo aplicar esas tecnologías en Colombia? Para objetar esa pregunta es necesario entender la subsiguiente fórmula: TransiciónEnergética=GasNatural?HidrógenoAzul?HidrógenoVerde, y sin estos utensilios cualquier propuesta energética al respecto es física carreta. Recientemente he enterado que el futuro del país parte de abolir proyectos de exploración petrolera, donde de nuevo el aguacate cuántico entra en la discusión. Nadie en contra del aguacate, me encanta en las ensaladas, pero hasta ahí. Esos discursos pueriles son completamente equivocados por no aseverar peligrosos. Al contrario, el país debe ajustarse a las métricas del mercado y competir con las ventajas que nuestra geogonia ofrece.

Estamos en presencia de la única oportunidad de capitalizar el potencial que tienen los proyectos de exploración gasífera onshore y offshore, sumado a los pilotos de fracking, donde vamos a poder duplicar o triplicar nuestras reservas de crudo y sobretodo de gas natural.

Con esas reservas de gas natural aseguradas, se potenciará la transición energética, porque en ese momento ya podríamos poner en funcionamiento iniciativas de hidrógeno zarco que durante 5 o 10 abriles fortalezcan sectores como la industria y el transporte terrenal, entre otros, y a medida que las condiciones climáticas globales conlleven a posteriores incorporaciones, el hidrógeno verde se convierta en el atleta principal que termine de consolidar los proyectos de transición energética, y aprovechando nuestras ventajas geográficas, estando localizados en el pulmón del planeta, usar nuestros posibles hídricos para seguir consolidándonos como líderes mundiales en producción de energía.

En breviario, respondiendo a las inquietudes de mi hermana y el mundo progresista: no existen energías limpias, solo existen energías más limpias que otras. La transición energética no es un proceso binario donde se abandona un maniquí para tomar otro, hay que dar unos pasos según las deposición de cada país para poder efectivamente mitigar los artículos del cambio climático. Es más, el sólo hecho de respirar ya genera huella de carbono, y bajo esa óptica, me consulto, ¿el flato que el mundo progresista respira es diferente?


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