jueves, marzo 28, 2024
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¡Indignación y aullidos o recoja lo que se merece…!


                                                            “Normalmente cuando las personas están tristes, no hacen nada. Se limitan a llorar. Pero cuando su tristeza se convierte en indignación, son capaces de hacer cambiar las cosas” Malcolm X

     Nuestra querida Colombia es la nación donde la indignación prevalece por muy poco tiempo como respuesta a las atrocidades que de tiempo en tiempo se presentan, comúnmente un aborrecible acto o suceso opaca el primigenio causante de irritación popularizada, siendo el anestésico temporal que anula la pesadumbre naciente de esa multiplicidad de formas de violencia, salvajismo o fatalidades, se remite al olvido lo descubierto en redes sociales, medios o manifestaciones públicas.

     El corazón de habitantes, autoridades y gobernantes tiene ya incrustado ese carácter de indiferencia colectiva perfilada en la indolencia, por ejemplo, ya se ha desdeñado el seriado de accidentes mortales causados por ebrios al volante, los crueles ataques con ácido por intolerancia y desequilibrios emocionales, muchas acciones terroristas causadas por grupos armados y delincuenciales, el reclutamiento por las Farc de infantes, secuestro y extorsión, asesinato de militares, civiles y utilización de niños bomba sin ningún escrúpulo y respeto social.

     Ahora se percibe una indignación nacional, por los desafueros políticos del momento, aflora el  desconsuelo, resentimientos y odios, como producto mercadotécnico del concepto de propaganda negra y campaña electoral sucia, importado e instituido por un apátrida docto-asesor político, que  ha saturado el ejercicio democrático con marrullerías, estratagemas, falsías, tirrias, rencores y más, hasta enmarcarlas en conductas delictuosas.

    Queda así de lado y rezagado, el control de las consecuencias económicas y de gobernabilidad por la corrupción administrativa partiendo del carrusel de la contratación, el acorralamiento jurídico de la justicia por el insubordinado alcalde, el imprudente accidente en el Magdalena que aniquiló la infancia de tantos seres, tragedia nacional en cualquier otro país culto.

     Cómo no sentir indignación, si la narco-guerrilla miente y engaña desfachatadamente, genera incertidumbre mediante la dilación sistemática del dialogo, además de violentar toda consideración de los derechos humanos, no hay tal tregua unilateral electoral, continúan los atentados menguados por la mano de un gobernante permisivo.

     Se somete a la población marginal a la intimidación violenta para que ejerza su derecho al voto favoreciéndole, sin importar ese sentimiento nacionalista  que implora una verdadera reivindicación social  en real paz de la colectividad y hasta de  la  misma insurgencia fratricida  que ha polarizado la sociedad en cómplices, detractores y ex dignatarios.

     También es causa de indignación el despropósito periodístico de algunos medios, como el de la influyente revista Semana en abierta revelación abusiva de la libertad de expresión, acrecentando su  Director la confabulación de la ignomia y el desenfreno mermeladezco, en otra forma de afrenta e irrespeto a las mismas instituciones que lesiona la opinión pública por cuanto inicialmente no distingue entre el rumor malintencionado y la información objetiva y cierta.

    Se llega el domingo de elección presidencial, momento propicio para  que el civismo desestime los insultos, imprecaciones y la misma corrupción electoral, cerrándole las puertas al chismorreo político y mal intencionado, apartándolo de las propuestas y el programa de gobierno posible para el pueblo.

    Excepcionalmente es éste día, justo para que el ciudadano colombiano empiece por aullar y exteriorizar esa indignación,  votando y eligiendo un gobernante subordinado a la Constitución, que atine a dar seguridad, confianza, respeto soberano en contraste de los malos gobiernos y falsas promesas, porque paradójicamente se puede concluir que de aquí en adelante el pueblo colombiano obtendrá con el elegido el pasaporte para el hambre o la ruta de la prosperidad.

ALFONSO SUAREZ ARIAS
ALFONSO SUAREZ ARIAS
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