Por: Ricardo Gutiérrez Zapata / La Virginia (Risaralda)
Foto: Sergio David Acevedo Valencia
En medio de decenas de placas de felicitación; discos de oro, platino y diamante; trofeos y toda clase de reconocimientos aparece un pequeño carro rojo a control remoto. El juguete forma parte de la colección de los objetos más preciados por Luis Ángel Ramírez Saldarriaga y se ubica entre los estantes que ocupan prácticamente toda la habitación.
La explicación es sencilla y corre por cuenta de su esposa, Esperanza Rojas, responsable de cada uno de los detalles que tienen que ver con Luis Ángel Ramírez: “Le encantan ese tipo de juguetes, y éste fue uno de los últimos que le regalaron en el pasado diciembre”. Lejos de ser parte de las excentricidades o caprichos de un hombre de 93 años, el gusto por los pequeños autos busca llenar un vacío que alberga desde su niñez, cuando nunca pudo disfrutar de un juguete debido a la estrechez económica de su familia.
Nació en Pereira, el 10 de junio de 1917, de allí sus padres, Pedro Antonio Ramírez y Carmen Emilia Saldarriaga, se trasladaron con sus dos hijos a Ansermanuevo, una pequeña población del norte del Valle del Cauca donde le vieron la cara a “la peor de las pobrezas, a la miseria en todas sus facetas”, dada una grave enfermedad que finalmente abatió a Pedro Antonio.
Fue precisamente este hombre, dedicado a trabajar la madera y al comercio de abarrotes, quien encontró melodioso el timbre de voz de su hijo mayor. “Cada rato me llamaba a cantarles a los vecinos. A regañadientes iba, pues me interesaba más jugar al trompo o a las bolas”, señala con claridad este hombre, quien con más de nueve décadas a cuestas ha tenido 4 esposas, 13 hijos, 22 nietos y 5 bisnietos.
En medio de las afugias y trabajando como ebanista en el Taller El Cóndor, de Pereira, se encontró con Francisco Agudelo, el hombre que le abrió las puertas de los medios de comunicación, en La Voz de Pereira.
El nacimiento del mito
Fue en esta emisora donde Luis Ángel Ramírez se transformó en El Caballero Gaucho, el cantautor más prolífico de la historia colombiana, de lo que dan fe las 2.235 grabaciones que ha realizado, desde 1946. Cancionero fue el nombre de su primera interpretación y el maestro Luis Carlos González, autor de La ruana, el responsable del nombre artístico que lo ha identificado por casi 64 años.
Todo surgió de la necesidad de darle un sello, un nombre sonoro al artista que cada tarde entonaba los ritmos propios del Río de La Plata. Colombia vivía el apogeo del tango, el vals y la milonga, acrecentado a partir de 1935 con la trágica muerte de Carlos Gardel en un accidente aéreo en el aeropuerto de Medellín. Luis de la Fuente, Luis de la Roca fueron algunos de los nombres considerados para bautizar al nuevo artista, pero al final ganó el poder de convencimiento de González.
A finales de los años 40 y comienzos de los 50, el denominado Dorado del fútbol nacional también incidió en el reconocimiento popular de El Caballero Gaucho, al grabar El sueño del pibe. Cuenta el propio artista que el locutor Carlos Arturo Rueda C. solía transmitir la canción en sus narraciones deportivas, especialmente durante los clásicos Millonarios-Santa Fe.
Y es que el fútbol ha sido parte fundamental en la historia de este risaraldense. Primero como puntero izquierdo de la selección de Pereira, equipo que le dio origen al Deportivo Pereira, y después como hincha del conjunto matecaña, “así esté en la H”. Hasta 1994 asistió al estadio Hernán Ramírez Villegas cuando por solicitud de su médico, Juan Carlos Mesa, dejó de sufrir por su escuadra “pues el corazón le podía jugar una mala pasada”.
Poco a poco se convirtió en el ídolo de las clases populares, tal y como lo reconoce Fernell Ocampo Múnera en su libro La vida oculta de El Caballero Gaucho: “Todas sus letras cantan las cosas que al pueblo le pasan: el sufrimiento, la incomprensión, el desprecio del que somos objeto, el fracaso amoroso, la frustración, la traición y todo esto dicho en forma sencilla, descomplicada, con las palabras que usa la gente del común, sin florituras vocales, en un tono de barítono”.
Después de conquistar los escenarios nacionales llegaron las invitaciones al exterior. De las cantinas nacionales su voz pasó a escucharse en Estados Unidos, España, Francia e Inglaterra. Precisamente en Europa, en medio de una gira artística, celebró sus 91 años. Esto, sin mencionar los cientos de lugares del país a los que todavía hoy lo siguen invitando “a tocarles la fibra a mis seguidores”, como ocurrió en Roldanillo (Valle del Cauca) en las recientes fiestas de Navidad y Año Nuevo, cuando ante el llamado del público le correspondió “doblarse” y en una misma noche realizar dos presentaciones.
Al parecer esas fibras se estremecen especialmente cuando Ramírez Saldarriaga entona Viejo farol, sin duda, su canción más popular. A esta se suman Lejos del tambo, Cuando te conocí, Lo que el pibe soñó o El niño mendigo y cientos de otras producciones en las que él ha participado, pues el 90% de sus interpretaciones son composiciones propias, una cifra respetable sobre todo tratándose de un hombre autodidacto, que sólo hizo dos años y medio de escuela primaria y que nunca estudió música.
Paradójicamente nunca ha estado en Argentina, de donde proviene su nombre artístico, con el que al comienzo no se sentía cómodo. “No soy argentino, soy muy colombiano”, insiste, pero explica que el día que decidió sepultar a El Caballero Gaucho, el dueño de la disquera se lo impidió mostrándole una gran cantidad de correspondencia donde le solicitaban que grabara las canciones de este ídolo popular. También se quiso deshacer de su bigote, pero cuando se lo afeitó un empresario no le iba a permitir presentarse, pues “no me van a creer que es El Caballero Gaucho”. Para ese espectáculo se lo pintó. A sus 93 años, el mostacho sigue siendo su sello personal.
El orgullo de La Virginia
Sin duda, en su amor por Colombia tiene que ver mucho La Virginia, un pequeño y caluroso puerto sobre el río Cauca, donde habita con Esperanza Rojas, su cuarta esposa, su hija Liliana y su nieta Angelita. Toda la familia coincide en que es su adoración, y hoy precisamente cumple 5 años, y a pesar de su corta edad canta muchas de las canciones de su abuelo.
“Es muy sencillo, es una buena persona”, atina a señalar sobre su vecino de cuadra Rodrigo Jaramillo, uno de los 30 mil habitantes de La Virginia, donde nadie conoce a Luis Ángel Ramírez, pero todos sí saben quién es El Caballero Gaucho. Pero no sólo este municipio siente como propio a este personaje de la canción popular colombiana.
En su periodo presidencial (1990-1994) César Gaviria lo invitó a la Casa de Nariño para que le interpretara varias canciones. A la cita también acudieron personajes como la excanciller Noemí Sanín y el ex primer mandatario Alfonso López. Éste último dijo del cantautor que era el orgullo de La Virginia, Gaviria le increpó afirmando: “De Pereira, de Pereira señor presidente”. La risa fue general.
En los últimos años su salud se ha deteriorado, especialmente por un accidente casero que le generó serias fracturas en su pierna izquierda. Después de una cirugía y en plena recuperación las cosas se complicaron y el artista “por poco se va”, como lo comenta su actual esposa. Pero la fuerza de sus hijos y familiares, en especial de su nieta Ángela, lo revitalizaron y le permitieron retornar a sus actividades de composición y canto.
Quiere que lo recuerden como un buen músico, pero sobre todo como un hombre sencillo, al que la vida le dio todas las herramientas para escribirle al sentir del pueblo. “La pobreza me ayudó a inspirarme”, insiste y entonces recuerda el origen de Viejo juguete: “… Ya lo ves, no tengo siquiera ni un juego, qué ganas que siento de echarme a llorar…”. El mismo origen para que hoy sus bienes más preciados sean los pequeños carros a control remoto.
Las composiciones más recientes
Aunque a El Caballero Gaucho siempre se le identificó con tangos, valses y pasillos, que presentó en espectáculos conjuntos con intérpretes como Olimpo Cárdenas, Tito Cortés y Óscar Agudelo, entre otros, según sus propias palabras la música que más le llega es la colombiana.
Por eso entre sus canciones sin grabar tiene el bambuco La mulera y el arriero, que compuso el año pasado con la intención de que compita con la famosa canción La ruana:
“Del viejo telar de palo, de hilazas y lanzaderas, nacieron las alpargatas, nació la primer mulera, con ella tapé los ojos de la mula Pajarera y arropé el primer pecado de mis 15 primaveras…”.
Tampoco ha grabado una canción que le compuso al Deportivo Pereira y se llama: Soltá la bola.
Algunas canciones célebres de ‘El Caballero Gaucho’
‘Viejo farol’
Viejo farol que alumbraste mis penas, aquella noche que quise olvidar, hoy veo tu luz taciturna y enferma, cual si estuvieras cansao de alumbrar…
‘Viejo juguete’
Cómprame mamita siquiera un juguete le decía el purrete gimiendo a mamá…
‘Lejos del tambo’
Vengo sólo por ti tras la montaña desde donde temprano muere el día, con mis cansados ojos de distancia…
‘Cuando llora un hombre’
No muestres tu dolor, no seas cobarde, niega que sufres y tu pena escondes, que a nadie ha de importarle tus pesares…
‘Cuando te conocí’
Cuando te conocí, en ese barrio cruel donde no valía nada tu vida, yo te invité a beber y tú aceptaste al fin, sonaba tu canción preferida.
‘Nubarrones’
Como en un mar de insomnio se torna mi existencia y en negros nubarrones mis pensamientos van escuchando en silencio la vos de la experiencia…
Fuente elespectador.com