Por: ALFONSO SUAREZ ARIAS
“Aconsejar economía a los pobres es a la vez grotesco e insultante. Es como aconsejar que coma menos al que se está muriendo de hambre”
No se requiere ser un gran especialista en asuntos financieros o monetarios para determinar que las realidades económicas de los colombianos y marcadamente las de la clase media, evolucionan desfavorablemente por acción de las expectativas, frustraciones y resultados farsantes de las políticas mal aplicadas por el gobierno de turno, que no podrían haber superado fenómenos del mercadeo globalizado como ha sido el derrumbe de los precios del petróleo.
Los economistas conocen y pueden especular sobre el errático comportamiento, pero lo cierto es que los ingresos fiscales de la Nación en decadencia influirán en el crecimiento esperado de la economía para éste año y se le añade los resultados por devenir de la aplicación de la fanfarroneada reforma tributaria que muy seguramente contribuirá con la paralización y hasta alejamiento de la inversión privada y la extranjera y la catastrófica amenaza de pérdida de empleo y competividad industrial y técnica.
Todo, porque los próximos comicios en Octubre circunscribirán definitivamente el derrotero de la sociedad colombiana, que se ha comportado en términos generales renuente e indiferente ante los acontecimientos generados por el mandato de un gobernante legitimado, abusivo con el poder y la ley, ante la contemplación expectante de aduladores zalameros y de los mismos opositores, que la mayoría de las veces cacarean pero no efectivizan el inconformismo en acciones reales que obliguen y comprometan el ejercicio correcto del poder en beneficio del pueblo.
Para quienes creen en el sistema democrático como la conducta social a seguir en Colombia, ha sido motivo de frustraciones y desengaños las actitudes de connotados políticos, magistrados, generales de la Republica y altos funcionarios públicos que abierta y cínicamente han demostrado su compromiso con la patria y su deslealtad con la Constitución, preocupados solo de prodigarse oportunidades y situaciones de hecho que a secas les benefician en lo particular y puntualmente en el enriquecimiento personal.
Sin embargo, a costa de muchos señalamientos por los lamedores de mermelada, otros anhelantes de oportunidades o simplemente obnubilados por esas embaucadoras promesas falsarias, que osan a tildar de uribista o guerrerista a quien manifiesta el desacuerdo con la absurda y maquiavélica política del gobernante abiertamente favorecedora de los desadaptados sobre las condiciones de las mismas instituciones de la nación, persistirán exigiendo el debido respeto constitucional y propiciando en el pueblo la cultura de la participación en la política como elemento básico y necesario para mantener el Estado social de derecho, participativo y justo, como el proyecto más ambicioso en la vida de ciudadano alguno.
Está gestándose una época de inconformismo que terminará pellizcando al ciudadano del común para que participe, se oponga , exija, lógicamente que a un precio costoso , porque los que gobiernan y sus socios, los que se quieren legitimar con sus negocios criminales en la falsaria propuesta de paz, seguirán castigando al pueblo con esos atentados grotescos y brutales cuyo significado es causar terror y amedrentamiento en la población y su marcado objetivo de ganar las elecciones no pasará en momento cierto a segundo plano, así se demuestre que las regiones no son de izquierda, si se les ha dejado abierto el camino para que ellos se empoderen.
Cambiaran de aquí a las elecciones muchas cosas, tanto que el pan de 200 ya no será el mismo, tiende a desaparecer o a volverse mas chiquito, como los espacios que tendremos los demócratas para manifestarnos y exigir un buen gobierno, solo redimibles con la participación activa, el apoyo y elección de candidatos que muestren ideas y propuestas reales sobre la democracia.
Abril 20 de 2015
@SUAREZALFONSO
