Julio 6 de 2015, Aguachica. Estas fueron las palabras que pronunció el señor Lubin Barrera Bustos, el pasado 29 de junio en la Iglesia San Roque de Aguachica, Cesar. Al cumplirse el primer aniversario del fallecimiento de sus hijos Elisa Margarita y Lubin Fernando Barrera Fuentes. (Leer Mas)
EN MEMORIA DE MIS HIJOS
En mi vida de estudiante leía que los acontecimientos sucedidos en la antigüedad el hombre los anotaba como sucedidos antes de, o después de, y bíblicamente se conocen como antes de cristo o después de cristo- no entendía o fácilmente lo comprendía como algo sucedido, sin guardar mayor importancia del acontecimiento. mas, una mañana al rayar la aurora del año 2014 y más precisamente el día 29 de junio el destino tenía previsto sorprenderme con la desaparición de mis adolescentes hijos Lubin Fernando y Elisa Margarita Barrera Fuentes, marco mi actuar con la misma frase, claro que con un contenido desgarrador, lleno de nostalgia con una imagen viva de seres inolvidables. Entregados al servicio de sus semejantes, amorosos sin límites, estudiantes sobresalientes entregados sin medir reparo al colegio que los había formado y del cual me manifestaban que era un imposible trasegar por otro claustro educativo sin perder del intelecto que habían entregado para su formación un inmenso acerbo intelectual que los hacia grandes en el minúsculo mundo donde tenían cifradas sus aspiraciones. ese no podía ser nada diferente al colegio Guillermo León Valencia sabiamente dirigido por el licenciado Jorge Wilfrido Rincon Gallardo y el selecto cuerpo de profesores que hacen posible que crezca como la simiente el desarrollo intelectual de sus educandos,
no alcanza el espacio y se hace corto el tiempo para seguir comentando muchas cosas saturadas de ternura que hoy pertenecen al pasado y que quedaron escritas por mis desaparecidos hijos, Lubin Fernando y Elisa Margarita Barrera Fuentes.
Me corresponde hacer referencia al calor humano recibido por la comunidad Aguachiquense, al oportuno consejo de mis amigos, a la solidaridad familiar a la innegable participación de las amistades de mis hijos, a la oportuna y re confortable llamada del pueblo de Chimichagua a todos los que hicieron posible que el tortuoso sendero por donde nos ha correspondido transitar este menos colmado de espinas y la pena sea más llevadera, aun cuando es fácil comprender que el tiempo es un gran aliciente para disipar los momentos de congoja y los dolores del alma,
he querido acompañar estas insignificantes palabras con el clamor reflexivo de nuestros queridos amigos, sacerdotes Jesús Aníbal Pérez Sánchez, Víctor Mora, Monseñor Juan Amaya. Jesús Emel Bacca Vivas, Richar Arévalo, Elkin Torrado, ellos igualmente entregaron su academia religiosa a nuestro servicio, enlazaron el profundo estudio bíblico para hacerlo entendible cuando llevaron la palabra en las misas ofrecidas en honor a los que habían partido y que hoy forman parte de la corte celestial.
Como dejar a un lado la presencia de los pastores de la iglesia evangélica. Su clamor como la fe del leproso Lázaro estuvo acompañándonos. Su participación no tiene límites y guardamos asimismo la esperanza en que el día de mañana tendremos un espacio igual en ese más allá que llamamos cielo.
Mis compañeros de trabajo en medio de las vicisitudes que produce el cuotidiano ejercicio intelectual han estado atentos diariamente al bienestar nuestro e igualmente en la medida de sus capacidades hacen acompañamiento a las múltiples necesidades que no dejan de existir en el campo laboral. Para ellos mi reconocimiento familiar y mi eterna gratitud, son y han sido el soporte en donde declinan las afugias propias del inconfundible mundo en donde transitamos desde el amanecer hasta declinar la noche
Pido, he pedido y pediré al dios de los cielos que mi tragedia no forme parte de un nuevo episodio familiar en donde las lágrimas que brotan desde lo más recóndito de nuestro corazón se alejen de nuestro entorno como se alejan las olas cuando pasa la tormenta en la mar bravía.
LUBIN BARRERA BUSTOS
