viernes, marzo 29, 2024
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¡ La moral de la triple militancia política .…!


“Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse.” Francisco Pi y Margall

 

El militante político es aquel personaje social integrante de una comunidad, que se atreve a defender una ideología o pensamiento interpretativo del desarrollo social, junto a propuestas y candidatos nutridos por la filosofía del partido sobre temas económicos, políticos y sociales.

Hoy en día, se le reconoce como participe de esa minoría organizada y disciplinada de un partido que dirige y adoctrina  a la gran mayoría en el acontecer político.

     La Constitución Nacional de Colombia en el artículo 107 reglamenta lo concernido a la militancia partidista, entendiéndose que un ciudadano no puede pertenecer simultáneamente a más de un movimiento político con personería jurídica.

¿Cómo explicarle entonces a un ciudadano del común, que su gobernante fue elegido bajo el auspicio de los ideales de un determinado partido político  que  él mismo creó (de la U.), ejecuta su mandato bajo la filosofía de otro que ni siquiera es legal en el contexto social colombiano (Socialismo siglo XXI), se registra de candidato a la reelección con el aval de otro (Liberal), y se identifica con quien le acompañará como candidato a la vicepresidencia (Cambio Radical)?

Más que encontrar razones para acusar la transgresión de una norma, es la de caracterizar la irreverencia social al que se somete el pueblo, con la multiplicidad de facetas o formas de  actuar, de un personaje que revela con desparpajo el descredito al que se somete como producto de la falta a la Ética y la moral.

   Los partidos políticos en su reglamentación interna tienen la potestad de sancionar a quienes fallan a éste, que son reiterados y variados los casos, militantes en tiempos pasados con férreas convicciones, se trasladan a su partido antagónico porque el suyo no le otorgó o no tuvo la capacidad de conferir un aval y así deambularon de uno en otro, para hacerse elegir en la pasada contienda electoral.

El debate está próximo con aquellos congresistas que elegidos no hayan practicado el ordenamiento de haber cumplido como lo indica la ley electoral, además de la frustración y engaño al que sometió a su elector.

El tema aun es motivo de interpretación para no confundirlo con el trasfuguismo político, que ha permitido a los congresistas internarse en las filas de movimientos distintos a aquel que representaban en el momento de ser elegidos.

Aquí la elucidación es la perversidad con la que actúa el representante elegido, engañando a sus electores con unas bases filosóficas y argumentos de los cuales después desiste para ondear en otro escenario, acomodándose a conveniencias generalmente económicas y personales y no generales como lo establece la misma constitución.

De este actuar se derivan procederes no muy asertivos de políticos que plantean la disidencia, alianzas y coaliciones entre partidos o movimientos con el único objetivo de mantener una hegemonía numérica y fortalecida en la repartija de mermelada sin importar ya la desilusión del elector.

Con la próxima campaña electoral para presidente, el ciudadano conocerá una vez más de estas hábiles maniobras que obviamente darán resultados, concurrirán a justificar el ejercicio pensante de las altas cortes, la especulación dicharachera popular y dejarán distintos matices en la misma ciudadanía con la reflexión de lo que realmente sucedió cuando votó por una causa y eligió otra.

ALFONSO SUAREZ ARIAS
ALFONSO SUAREZ ARIAS
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