DESDE EL SUR DEL CESAR-03/14
Siempre quise serlo, ser escritor, pero la timidez nunca me ha dejado ser lo que yo quiero ser, pues bien, yo quisiera escribir, pero hacerlo bien, me aterra saber que ni siquiera puedo empezar un párrafo y estoy que tiemblo, mis manos se encarchar, mis dedos se engatillan, en fin, me parece que nunca lo lograré, por más que lo intente, siempre lo hago con la incertidumbre de la inseguridad, pienso qué dirán quienes me lean, si de pronto piensan que soy engreído y me las doy de escritor, siendo simplemente un escribidor mediocre, o, en el mejor de los casos un iluso, uno de esos que van por el mundo desafiando el horizonte, mirando a lo lejos, desdeñando lo cercano, el principio de las cosas, pensando que lo cercano es muy elemental y que lo más recomendable es mirar en perspectiva, creérmelas antes de ser, lo que quiero ser.
Pero no, no logro vencer mis timideces, o mi inseguridad, pero hay momentos en que me atrevo y sinceramente quedo insatisfecho con lo que hago o escribo, percibo que algo no está bien, que de pronto si me arriesgo a escribir y lo que es más atrevido, si me arriesgo a publicar o mandar a mis amigos mis escritos, con las falencias que yo les percibo, a ellos, mis principales y cercanos críticos, a quienes con sus comentarios, podrían lacerar mi ego, debilitar mi iniciativa, hacer tambalear mi intrepidez, resquebrajar mi naciente valentía, es a ellos a quienes temo, cómo podría mirar sus caras cuando los tenga frente a mí? No, no quiero ni imaginarlo, se me caería la cara de vergüenza, desde cuando empezó mi pretensión de que ellos leerían mis escritos, acaso les podría interesar algo, tendrían los mismos un contenido como para inquietarlos? –No creo, que podría yo aportarles echando mano solo de mi pequeña, irrisoria, capacidad intelectual extraída en el trasegar de los caminos recorridos en mí ya larga vida, en los senderos tortuosos de mi existencia, recogiendo acá y allá los rudimentarios elementos de la tradición oral, de las conversaciones intrascendentales con los hijos del pueblo, de quienes se atravesaron en la ruta de mi destino, asistiendo sin invitación previa a disertaciones de grandes pensadores, arriesgando que me sacaran a los empujones, presenciando extasiado encuentros de Poetas, de verdaderos Escritores, de Maestros que lograron inquietar la conciencia de los hombres, que lograron aquilatar el pensamiento filosófico de los pueblos, de muchedumbres que hoy han sido capaces de gritarle al mundo que ellos pueden expresar sus inquietudes y sus indignaciones, sin pedirle permiso a nadie.
Pero parece que me salí del cuento, pues sí quisiera ser lo que aún no he logrado, ya que eso de escribir y sobretodo escribir bien es tan serio que a la mayoría de los mortales no les alcanza la vida para lograrlo…
JOSE NELSON RODRIGUEZ MELO.
